lunes, 10 de enero de 2011

Cerrado por Derribo

No puedo sentir las canciones de amor. Intento hacerlo, de veras. Pero no puedo. Hablan en un lenguaje arcaico, de otra época, completamente ajeno a mí.
Muchas veces me veo a mí mismo algo así como un espíritu informe que ve y opina, y aconseja. Pero que nunca es aconsejado por sí mismo. Esto es extraño, lo sé. Soy como el ciego que intenta convencer a los demás de lo bonito que es el sonido, pero nunca es comprendido. Porque nunca puede ser comprendido, o no del todo al menos. Mi cabeza da vueltas. Querría saber qué significan esas letras. Qué es sentirse identificado con algo, al saber que morirme contigo si me matas y matarme contigo si te mueres la escribió un hombre hace mucho tiempo, pensando especialmente en tí, y en ella, o en él. Querría saber a qué saben los besos con sal de las aves de paso. ¿No lo entienden? El jugar a la orilla de la chimenea, y que amor se llame el juego. Que se quede a dormir, que esté esta noche conmigo escuchando la canción más hermosa del mundo. Que nos den las diez y las once, las doce las una, las dos y las tres. Y sin embargo, terminar, porque nos sobran los motivos. Saber qué se siente al ir por el boulevard de los sueños rotos y por la calle melancolía. . Estando 19 días y 500 noches preguntándome quién me ha robado el mes de abril, porque así, así estoy yo sin ti. Recostar mi hombro sobre la luna y hablarle de esa amante inoportuna que se llama soledad. Comprender que de nada sirven los whiskis sin soda si están todos menos tú al no poder ser, otra vez, los perros del amanecer.

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